Libro del mes

Recomendaciones de profesores y alumnos que te ayudarán a contar siempre con una lectura interesante en esta mesita de noche virtual.

"La Invitada" de Emma Cline

Por Alba Álvarez (Profesora de LFDH)

  Emma Cline está de vuelta, de esperadísima vuelta, mejor dicho. Tras el éxito de Las chicas, su primera novela, una maravillosa colección de cuentos titulada Papi y las hipotéticas 24 horas previas a la condena de Harvey Weinstein en Harvey, por fin, tenemos nueva novela de Cline. 


  Con tanta expectativa, uno tiene miedo de poder llevarse una desilusión, pero no es el caso. La premisa de esta novela es la siguiente: Alex es una joven que vive el lujo en primera línea; gracias a su amante Simon, toda su vida y problemas del pasado parecen solventados. Sin embargo, un pequeño  error la lleva a ser expulsada del acogedor mundo en el que se creía asegurada y tendrá que salir adelante de la manera más difícil y retorcida: manteniendo las apariencias. 


  Cline es precisa, delicada, astuta y capaz de dejarte angustiada a medida que avanzas en la lectura. Lo complicado de hundirte en un mundo de apariencia perfecta es saber mantener la fachada mientras tratas de ser resolutiva, de ahí la angustiosa lectura. Es un libro que va desvelando por capas cada uno de los códigos que rige el mundo de los más pudientes: sus pequeñas desgracias, sus fachadas, pero también, su sentido de pertenencia y derecho como solo quien está por encima puede exigir. Tanto la narración como su estilo son deliciosos, adictivos, precisos, llenos de hallazgos y cero sentimentaloides. Emma Cline entiende los disfraces y personajes que creamos para nosotros mismos con tal de sobrevivir –y de paso, buscar el éxito– y por ello, este libro es tan revelador, inteligente y real.


Una lectura personal de

 "El viaje ruso de un vendedor de helados",

 de Gregorio Morán


Por Natalia Fernández (Profesora de LFDH)

  Se publicó en 2001. Y nadie advirtió su presencia en las estanterías de las librerías (un ayuno de lectores que hacía juego con el silencio casi unánime de los críticos). Este año 2024 estamos de enhorabuena: El viaje ruso de un vendedor de helados acaba de ser reeditado de la mano de Renacimiento –una versión cuidada, se diría que hecha con un mimo extremo–. Una edición idéntica a la de hace 23 años. Solo cambia la portada, que evoca rigores soviéticos.

  Gregorio Morán es el autor de esta joya literaria que hay que empeñarse en encontrar, como ocurre y ocurrirá con los tesoros que no están en islas lejanas, sino ante nuestros ojos, vivos, redivivos, palpitantes. Leí sucesivas veces el libro en su primera edición. Me fascinaba su brillantez literaria, su ritmo narrativo, su talento para recrear ambientes, su capacidad para la curiosidad y la sorpresa, y su perspicacia en la vida que da a los personajes. Es un libro donde se aúnan, en un equilibrio que impresiona, el sarcasmo y la ternura, lo ácido y lo entrañable. El protagonista, Miguel, sin duda alter ego del propio autor, viaja por la Rusia de finales de los 90, de Vladivostok a Moscú (sí: el transiberiano en sentido inverso), siguiendo una mitología personal en la que se mezclan las lecturas, el conocimiento del comunismo y una búsqueda no confesada de historias que solo pueden contar los contadores natos, aquellos que muestran las marcas de lo vivido en el oro líquido de sus relatos. 

  Acabo de finalizar la lectura de esta edición y recordé algo que el propio Gregorio Morán suele repetir: siempre leemos por primera vez. Admito verdad tan contundente e incontestable: yo, que creía recordar pasaje a pasaje el libro entero, me sorprendí comparándolo con la primera edición, para cerciorarme de que eso ya estaba allí, como el dinosaurio de Monterroso. Y todo estaba allí…, menos mi pobre y tramposa memoria. Pero es tranquilizador que todo sea novedad: dice mucho de la inmortalidad de un libro. Porque hay libros que envejecen y chirrían, se convierten en anacronismos, en distorsiones, en objetos muertos. Este, en cambio, es un libro fresco, como recién escrito, y se retrata magníficamente ese carácter orgulloso de los personajes rusos -orgullosos hasta la temeridad- y la imposibilidad de entender otra cultura, por más iniciado que estés en ella -Miguel no se acostumbra a ese miedo a la autoridad que parece presidir hasta los gestos más cotidianos e inocentes; tampoco lo hace a ese chovinismo que parece sólidamente asentado sobre los restos oxidados de la historia-. 

  Hay momentos en que los malentendidos resultan suculentos e hilarantes. Como, por ejemplo, estar en Vladivostok y encontrarse un plato que su traductora le presenta como “carne a la manera del capital”, que él quiere entender que se trata de “la capital” y no de un guiño anti-marxista que se ve incapaz de interpretar. Al final, para salir de las dudas, lo prueba. Miguel reflexiona “¿A qué llamarían, en Vladivostok, un guiso capitalista, después de setenta años de decretar su extinción? Pues a algo tan sencillo como un filete guisado sobre patatas asadas, ligadas con una salsa de leche. El capitalista debía ser el filete, cabe suponer; la patata, la clase explotada, y la salsa blanca, el conjunto del sistema enemigo. El resultado final de aquella paráfrasis gastronómica en clave ideológica no era muy allá. O fallaba el capitalismo o fallaba la representación, pero cabía imaginar en qué hubiera consistido, reflexionaba Miguel, una carne guisada a lo socialista”. 

  En otro pasaje, en que Miguel y su traductora se adentran en las ruinas de lo que otrora fueron las ejemplares minas de Partizansk, dice: “En Partizansk hay un obrero que ríe. Lleva sobre su cabeza la lámpara de minero y los rasgos bien marcados de trabajador según el manual estético de los trabajadores soviéticos: nariz ancha, dientes irregulares pero impecables, orejas bien pegadas a los lados (…). Al único obrero que reía en Partizansk lo encontraron Miguel y Várenka pintado sobre el gran muro que abre la Mina Central”. Esa ironía que domina gran parte de las vivencias, las observaciones, va dando paso a la pasión (a fin de cuentas, Miguel y Várenka, su traductora, son un par de seres unidos por el destino de días y noches de taiga y tundra) y al final, a la melancolía, muy bien representada ante el cuadro “El hijo pródigo”, de Rembrandt, expuesto en el Hermitage de San Petersburgo y que causa en el protagonista una honda conmoción. Por cierto, el título del libro es una charada, un guiño –alguien que vende helados en Siberia no deja de ser como un chiste desconcertante– y que resulta en sarcasmo: parece ser que en Siberia son grandes consumidores de helados. Reservo para el lector el solaz, la delectación y el descubrimiento de tales azares.


  Gregorio Morán es un articulista agudo, implacable, absolutamente desprovisto de mordaza, de una independencia a prueba de todo e infatigable en el cultivo de su naturaleza de verso suelto en el panorama de las letras españolas. Los que son sus lectores lo conocerán como el periodista de investigación experto en la historia política de las últimas décadas de nuestro país. Pero ha escrito dos libros de viajes –le antecedió a este libro su “Nunca llegaré a Santiago”, un recorrido como peregrino ateo que, en vez de llegar a Santiago, culmina su viaje en El Ferrol–. En su lúcida e inteligente rareza, animo a buscarlos, aunque sea de los oscuros fondos de los libros de viejo, que es el cementerio donde se arrumban palabras a las que deberíamos darles la oportunidad de que estén vivas para nosotros.


  Vale la pena aproximarse a este Morán peripatético y sagaz, y los diálogos que mantiene su Miguel con la no menos sagaz Várenka. Dos mundos que colisionan. Dos mundos que se aman. Una metáfora de nuestro tiempo: la primera edición surgió a los trece años de la caída del muro. Ese muro que nos hizo quitarnos las caretas a los habitantes de ambos lados, que nos mirábamos con tanta curiosidad como desconfianza. Pero ese muro caído no marcaría más que el inicio de la construcción de otros muros más difíciles de derruir: los que están en nuestras cabezas. Mucho más resistentes que el hormigón armado. Este libro, intenso, vivo, que homenajea la cultura, las historias, las almas, que se rinde a Dostoievski antes que a Pushkin, no deja de recordárnoslo.



Buenas razones para leer: "Blanco y negro", de Junichiro Tanizaki


Por Natalia Fernández (profesora de LFDH )



   Es una fortuna (para quienes somos lectores rozando la bibliopatía) que exista la metaliteratura o, lo que es igual, esa suerte de matrioska, en que hay un relato dentro del relato dentro del relato dentro del... Algo francamente sugerente cuando lo encuentras en un libro como "Blanco y negro", de la mano del maestro japonés Junichiro Tanizaki. 


  Aunque no es una de sus obras más aclamadas, en cambio sí es un libro que resultará familiar y sugerente a todo escritor en ciernes, pues la novela la protagoniza a su vez un autor de novela negra que reflexiona sobre la inconveniencia, o no, de basar los personajes en personas reales. Una novela dentro de otra novela, una inteligente, perspicaz e irónica historia que explora las fronteras entre la realidad y la ficción. La posibilidad de cometer el crimen perfecto da inicio a esta novela trepidante en que la literatura marcará los pasos de la realidad, y no a la inversa.


  Junichiro Tanizaki nació a finales del siglo XIX y escribió la práctica totalidad de su obra entre los años 30 y 40. Incisivo, mordaz, ferozmente moderno y visionario, candidato frustrado al Nobel, desinhibido, sensual...no se nos ocurre mejor presentación, ni más seductora, para regalarnos un momento a solas con él este verano.



“La zona de interés”

De Martin Amis

 

Por Alba Álvarez (profesora de LFDH)

 

  Una novela clave para conocer a Martin Amis. Un clásico del autor y también, podríamos añadir, de la literatura contemporánea. Escogiendo el bando de los verdugos en la segunda guerra mundial, nos coloca en una posición incómoda donde conocemos los pensamientos, atrocidades y el día a día de los ejecutores de los campos de concentración. En semejante escenario, seguimos la historia de un triángulo amoroso y, sobre todo, nos preguntamos sobre nuestra condición humana, ¿en qué momento se normaliza la barbarie, el mal? ¿Cómo consigue el individuo dejar de mirarlo, realmente no ser consciente? Y cuando uno sí que lo es, ¿qué es lo que le permite ignorarlo? De un humor negro finísimo, se trata de una lectura incómoda que, pese a que nos conocemos muy bien la historia, no deja de asombrarnos –y quitarnos el aliento en ocasiones– ante la barbarie que el hombre puede llevar a cabo.
 
  Además, este año se ha estrenado la adaptación dirigida por Jonathan Glazer, un virtuoso del cine que, una vez más, vuelca la delicadeza y ojo clínico que lo caracterizan en esta obra.

"De las mujeres", Susan Sontag


Por Paula Cifuentes (profesora de LFDH )



   Toda sociedad dominante necesita una voz que la critique desde dentro, que sea capaz de romperla o de dotarla de sentido. Los ensayos de Susan Sontag son profundamente estadounidenses, pero al mismo tiempo, es europea de alma y de pluma, y este libro es un gran ejemplo de esto.

   Sontag, que había nacido en Nueva York, había vivido por todo Estados Unidos antes de ir a la universidad –a los quince años– y casarse. Esto le dotó de una mirada única para llegar a las almas más recónditas. E hizo de ella, una de las ensayistas más importantes de su época.

   Este ensayo recoge muchos de sus textos publicados durante los años setenta, en plena ola del feminismo. Susan Sontag no teme mojarse, meter los dedos donde duele y plantear auténticos debates.

   En un momento, como en el que vivimos, donde la polarización no solo se ha adueñado del discurso público, sino que ha permeado también en las conversaciones privadas, la lectura de este libro se convierte casi en una obligación: qué maravilla que alguien abra espacios para el debate.

“Luz de verano y después la noche”

De Jón Kalman Stefánsson

 

Por Natalia Fernández Díaz-Cabal (profesora de LFDH)

 

  Para los degustadores de paisajes nórdicos -grupo entre los que, sin disimulo, me encuentro- la publicación de alguna novela de autor islandés es siempre una excelente noticia. Y si el autor es Stefánsson estaremos de algo más que enhorabuena. 

 

Tras la publicación de su “Trilogía del muchacho” (“Entre el cielo y la tierra”, “La tristeza de los ángeles” y “El corazón del hombre”) ha llegado el año pasado “Luz de verano, y después la noche” (Salamandra), un recorrido de un testigo ocular de la vida en un pueblo de los fiordos (recordemos que las historias de la trilogía tienen lugar en los fiordos, en el escenario más inhóspito de Islandia, donde los inviernos son eternos y las primaveras imperceptibles). 

 

El libro transcurre sin pretensiones: las reflexiones sobre la vida, la muerte, los cambios y la incertidumbre se trenzan con historias de los personajes de una aldea de apenas 400 habitantes, en la que se dan envidias, traiciones y miedos ancestrales a los espíritus de aquellos que no se fueron en paz con sus dioses. 

 

Llama la atención la forma en que el autor interpela y envuelve al lector, cómo lo va convirtiendo en un cómplice. Y así, sabemos del empresario que se hizo astrónomo y experto en latín, renunciando a todo (excepto al conocimiento y a la verdad); su hijo, que regresa de la capital para curtirse como empleado en el almacén local, que dispensa todo tipo de enseres a los abundantes granjeros de la zona; la vida de una joven emprendedora que abre el primer restaurante del pueblo…Y en todo ello, miedos, pasiones escondidas y mucha soledad, una soledad ancestral y antigua. 

 

Stefánsson es irónico, sutil y jamás deja de lado la poesía. Por eso esta lectura del final del verano islandés, del valor que tienen la luz y la oscuridad, puede ser una compañera excelente de nuestro incipiente otoño.

"Primera sangre", de Amélie Nothomb

La insondable belleza del árbol genealógico. 



Por Natalia Fernández Díaz-Cabal (profesora de LFDH)



   Desde que en 1999 su obra “Estupor y temblores” la catapultara a una fama más que merecida, Amélie Nothomb, escritora belga nacida en Japón, nos alegra cada año con un nuevo libro. El último, que acaba de salir y del que hablaremos hoy, tiene elementos muy “nothombianos” y, a la vez, algunas novedades personales, íntimas que, pasadas por la sutil maquinaria de la ficción, asombran por su humor ligero, por el drama siempre diluido en una tinta vital y por los guiños refrescantes de la ternura.

  Comenzaba la pandemia en marzo de 2020 cuando fallecía Patrick, el padre de Amélie. Los confinamientos en toda Europa impidieron a la autora acercarse a Bruselas -ella vive en París- a despedir a su padre e iniciar el más que necesario proceso de duelo. En lugar de despedir al padre, lo aloja en su cabeza y empieza a “conversar” con él. Lo que en principio se presagiaba como circunstancia adversa ante la imposibilidad de acudir al sepelio terminó convirtiéndose en literatura de varios kilates.

  “Primera sangre” narra, sobre todo, la infancia del padre -hijo único y póstumo- para luego situar la historia cuando el padre era ya un hombre joven, adulto y formado como diplomático. Se centra en un episodio verídico: el padre, cónsul del Congo en aquel momento, vivió la crisis del año 1961, al poco de que el país africano se independizara de Bélgica, y estuvo secuestrado junto con otros ciudadanos europeos en un hotel durante varios meses. Su capacidad para la oratoria salvó su vida y la de otros rehenes como él. Esas escenas tensas llevan el sello personal de Nothomb: hay drama, hay muerte, pero ni un asomo de regodearse en ello. En el pulso Tánatos y Eros, Eros gana siempre.

  Una lectura altamente recomendable y necesaria para los nothom-badictos. La novela quizá más íntima de la autora, el homenaje más sentido y más puro.

“Una soledad demasiado ruidosa”

De Bohumil Hrabal, el maestro de lo jocoso.

 

Por Natalia Fernández Díaz-Cabal (profesora de LFDH)

 

  Deberíamos crear un adjetivo para los que somos incondicionales de un autor tan brillante como Bohumil Hrabal -¿hrabalianos?- inmortal autor checo nacido en Brno en 1914 y fallecido en Praga en 1997 en un suicidio que se disfrazó durante muchos años de accidente doméstico. Está considerado (con toda la razón del mundo) uno de los mejores autores universales de la segunda mitad del convulso siglo XX. 

  Criado por padres adoptivos, su infancia transcurrió en la fábrica de cerveza de la que su padre era gerente. Estudió derecho, pero se dedicó a los oficios más variopintos, que reflejaba en sus obras (su vida de ferroviario queda retratada en “Trenes rigurosamente vigilados”, una de sus obras más memorables; y su actividad en como reciclador en una empresa papelera es la que se relata en este libro que hoy recomendamos). Hrabal apenas llegó a publicar su primer poemario: al poco tiempo de la entrada de los soviéticos en Praga su obra fue totalmente prohibida

   El protagonista del relato, Hanta, trabaja hace más de tres décadas en una empresa que se dedicada a triturar libros viejos y reproducciones de cuadros.  Para Hanta los libros muertos y machacados -quizá una metáfora del destino de la obra del propio autor- son más que libros, puesto que albergan el saber. Destacan, por sublimes, las descripciones que el propio personaje, en primera persona, hace de los procesos de “triturar” a Kant, o los diálogos que establece con Lao Tse. En Hrabal siempre gana el prodigio: la crueldad que se describe no está jamás exenta ni de humor -un chisporroteo de ocurrencias y de situaciones hilarantes- ni de la trascendencia y atemporalidad que se le supone a toda gran literatura.

   Un libro ameno y breve para conocer mejor una época de silenciamientos y soledades. Y siempre con un sentido jocoso de la vida.

"Número dos", de David Foenkinos


Por Cristina Ruíz (profesora de LFDH)

Enero 2023

    La última propuesta literaria del autor francés David Foenkinos es una narración que habla del fracaso, que reflexiona sobre lo que supone quedarse a las puertas de un gran logro y de como ello, lejos de considerarse un logro, de ofrecer una enseñanza y motivar para buscar nuevas oportunidades, puede causar una frustración y una sensación de derrota tan enorme que lastre y condicione toda una vida.

Número dos narra como en 1999 otro niño quedó finalista junto a Daniel Radcliffe en el casting para interpretar a Harry Potter. Daniel fue el elegido por tener, según declaró la directora, «ese algo extra» y el otro candidato se quedó a las puertas de que su vida cambiase para siempre.

El autor, seducido por la historia, pone nombre a ese niño en este libro: Martin Hill, el número dos, y recrea la que podría haber sido su vida después de ese momento.
La novela nos explica cómo, tras ser descartado, Martin se va hundiendo emocionalmente más y más tras el éxito de cada una de las nuevas entregas cinematográficas y literarias del mago más famoso del mundo, viendo como Daniel Radcliffe vive la vida que podría haber sido suya. Aunque lo intenta, no puede escapar de la alargada sombra de Harry Potter y olvidarlo. Vaya donde vaya su mayor fracaso siempre está presente. No solo no es capaz de superar ese rechazo, sino que le atormenta y le arrastra a la depresión y al aislamiento social.

El autor construye una biografía llena de situaciones dramáticas, casi dickensianas, rayos de humor algo retorcido y momentos singulares, que nos llevan a reflexionar de forma profunda sobre el alcance de la decepción. ¿Puede marcarnos tanto como para definir toda nuestra existencia? En un sociedad en la que el error y el fallo se demonizan, el segundo es el peor de los puestos. Sin embargo, el rechazo forma parte natural de la vida, de las trayectorias profesionales, más aún en el caso de profesiones artísticas, donde son muchas las negativas antes de lograr una oportunidad.
La novela nos lleva también a detenernos y pensar sobre la otra cara de la moneda. ¿Martin habría sido feliz con la vida de Daniel y con todo lo que le trajo esa temprana fama mundial?

Una lectura interesante y fresca, en la que el éxito y el fracaso constituyen las dos caras de una misma moneda.


"Viaje al sur", de Juan Marsé

Por Júlia Bossio (alumna de novela avanzado de LFDH)

Enero 2023

  Viaje al Sur, de Juan Marsé. Es una novela-documental que he leído estas navidades, que a parte de estar escrita con un narrador cámara que lo deja todo en manos del lector, te aporta una perspectiva humana de lo que estaba pasando en la España franquista de los 60. 

  Además la edición de Lumen incluye una introducción detallada de la historia y la idea del libro así como la correspondencia entre Marsé y el que era su editor, en esa época. Por si le faltaba realismo al libro.